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ELIZABETH GALINDO
EL HOMBRE: ESCALA, PUENTE Y MEDIADOR
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EL PALO ENCEBADO O LA CUCAÑA, ALGO MÁS QUE UNA SIMPLE DISTRACCIÓN POPULAR
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«BREVES COMENTARIOS SOBRE EL ZODÍACO Y EL SIGNO DE LIBRA»
El Zodíaco conforma un ciclo de evolución general del Cosmos, del movimiento de la vida, del descenso de la energía-consciencia en la materia-limitación, así como de su regreso al estado ilimitado y por consiguiente del ritmo de la transmutación de la energía que se manifiesta en los diferentes estados del Ser.
El Zodíaco constituye en sí mismo, un esquema universal que nos ayuda a comprender la relación que existe entre la esencia y la existencia, aplicable en todos los estados de la manifestación, tanto en la evolución el mundo en general como en la propia constitución del hombre.
Etimológicamente viene de la palabra griega zoe, que significa vida con implicaciones en el Principio de Movimiento, además de ser la raíz de zoon, que significa animal; así mismo se deriva de diakos que significa rueda o círculo, por lo que el Zodíaco bien se puede traducir como “rueda, ciclo o círculo del movimiento de la vida”. En sanscrito significa “rueda de los signos”.
La rueda constituye básicamente un símbolo del mundo y expresa tanto movilidad como inmovilidad, ya que desde su eje, fuente o centro inmóvil, que sin duda lo podemos relacionar con lo inmanifestado, se expande hacia la periferia de la circunferencia, lo que a su vez sería vinculable con la manifestación. De manera que en este sentido estaríamos ante los conocidos Principios de Concentración y de Expansión, o de la expansión de la multiplicidad desde la Unidad, es decir de la acción ineludible del Principio dentro de la Creación.
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“LAS MANOS: EXCELENTES INSTRUMENTOS DE LA CREACIÓN» Continuación (nociones complementarias)
Desde los tiempos más remotos, el hombre siempre ha dejado constancia, tanto de sus actividades, de los instrumentos que utilizaba cotidianamente y de los animales cazados o con los cuales convivían, así como de sus propios pies y manos abiertas, según se ha podido observar en pinturas y grabados hallados en numerosas cuevas, grutas y cavernas de Europa, Asia y Mesoamérica.
Las manos conforman una enorme central energética debido a la numerosa cantidad de venas, arterias finísimas y terminaciones nerviosas que llegan hasta ellas, las cuales se conectan y le transmiten al cerebro las sensaciones e informaciones que reciben, además de contribuir al movimiento de las manos en general y de sus dedos, producidos desde el antebrazo. De igual manera existe una estrecha relación entre las emociones registradas por el sistema nervioso central y la reactividad neuro vascular de las manos, que a nivel físico se traduce básicamente en cambios de temperatura, palidez, enrojecimiento o amoratamiento y una sobre actividad de las glándulas sudoríparas.
Las manos, órganos por excelencia del sentido del tacto, permiten palpar y obtener o complementar la información que se recibe mediante los otros sentidos como son la vista, el oído, el olfato y el gusto. Además, de expresar el sentir del ser humano, más fidedignamente que el habla.
En los rituales masónicos las manos tienen una especial importancia, en lo referente a sus signos y tocamientos, pues los mismos ciertamente constituyen un lenguaje que transmite una enseñanza profunda, puesto que surgen desde el subconsciente del ser humano.
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LAS MANOS: EXCELENTES INSTRUMENTOS DE LA CREACIÓN”
Tomando en consideración que todos los órganos del cuerpo humano además de cumplir sus propias funciones físicas siempre tienen un propósito espiritual, hoy vamos a exponer aunque sin agotar el tema, por demás sumamente extenso, algunas breves consideraciones sobre las manos, en vista la importancia que revisten tanto en el plano físico como en el espiritual, el cual es el que específicamente nos interesa, pues en todo caso, debido a la amplia capacidad expresiva del cuerpo humano, éste es el medio utilizado por el Espíritu para manifestarse en el ámbito material.
Las manos constituyen dos de las extremidades del cuerpo humano, ubicadas al final de los antebrazos, integradas cada una por cinco dedos presentan desde la muñeca hasta la yema de los mismos numerosas terminaciones nerviosas.
Caracterizadas por una diversidad de movimientos, cada una por sí misma y en conjunto, configuran unos excelentes instrumentos de la creación, (Ione Szalah. Kabaláh, Diccionario, pág 237) toda vez, que debido a su versatilidad están específicamente constituidas tanto para el hacer o elaborar como para el retener, contener y frenar. Además de transmitir una serie de sentimientos dentro de la gama del afecto o del odio y ayudar en algunos procesos de curación, también tienen una percepción táctil. Expresan de esta manera una función activa en contraposición a otra función pasiva, que entre sí se complementan muy bien.
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LA ALEGRÍA Y LA FELICIDAD EN EL TRABAJO ESPIRITUAL por Elizabeth Galindo
En estos meses tan duros y difíciles que estamos viviendo ante la terrible epidemia del Covid 19, y sus variantes, que inmisericordemente azota a toda la humanidad, y que inevitablemente por todas sus consecuencias socio-culturales, reflejadas principalmente en lo económico, en la salud y en lo espiritual, la incertidumbre de no saber cuándo nos libraremos de esta pandemia, acarrea en general, una gran desestabilidad emocional, que se traduce en ansiedad, impotencia, inseguridad, tristeza, somatización de enfermedades, desesperación y dolencias de todo tipo; signo inequívoco de los avances del kaly yuga o de la llamada “edad sombría” o “edad de hierro”, resulta propicia la ocasión para reflexionar sobre un tema sumamente importante para nosotros, relacionado con el trabajo espiritual.
El trabajo espiritual constante, como quiera que ordena diferentes aspectos de nuestra vida, genera indudablemente un estado de calma, paz y sosiego, tanto en lo físico como en lo mental, cuya sinceridad y perseverancia, a través del tiempo permitirá la elevación del alma y la obtención del conocimiento directo de las verdades trascendentes. Esa elevación espiritual, aunque sea por brevísimos instantes produce, sin lugar a dudas, una inmensa sensación de bienestar acompañada de una exaltación emocional. Es un don o gracia Divina que conduce al llamado “estado de gracia o de presencia”, que en el sufismo se le conoce como Ḥāl, cuyo plural es Aḥwāl. El Ḥāl, ciertamente es un estado espiritual concedido por Dios, como respuesta a los sinceros esfuerzos realizados con devoción, paciente y perseverantemente en la búsqueda de nuestro verdadero Ser.
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