«Las circunstancias de nuestra época parecen justificar las preocupaciones de muchos pensadores, vaticinadoras de un sombrío porvenir, de un catastrófico Apocalipsis para todo el género humano. En efecto los síntomas son hartos elocuentes. El tan cacareado «Rey de la creación», el hombre, se encuentra reducido a la servidumbre por el maquinismo hijo de su propia inventiva. El hombre moderno por exceso de realidad se ha trocado en un fanático materialista, apegado sólo a las formas y adorando nuevos ídolos en los altares del ‘cienticifismo’ y de la tecnificación, a trueque de su individualidad y de sus valores intangibles.»
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