Desde la perspectiva de este fin de siglo, el mundo que ha prevalecido a lo largo del siglo XX se está desintegrando.
La economía mundial, más bien la guerra económica mundial, pudiera estar a punto de desaparecer por falta de combatientes: por una parte, los desempleados sin poder adquisitivo del mundo económicamente desarrollado y, por otra, la agravada miseria de los países pobres que minan las ventas de las empresas y sus utilidades.
Las estructuras sociales podrían no resistir mucho tiempo más. Por un lado, los trabajadores son cada vez menos numerosos, mientras que las cifras de desempleados se incrementan cada vez más.
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